Ayuda para sanar 7: Ora como un hijo.
‘ESTAS COSAS OS HE HABLADO EN FIGURATIVO; LA HORA VIENE CUANDO YA NO HOS HABLARE EN FIGURATIVO, SINO QUE CLARAMENTE OS ANUNCIARE ACERCA DEL Padre. En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogare al Padre por vosotros. Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo Salí de Dios.
(Juan 16: 25-27 NTRV)
“Nunca tengas temor de confiar en un futuro desconocido para conocer a Dios.”
Corrie Ten Boom
“Dios te ama, Él quiere que tengas éxito, Él quiere lo mejor para ti.”
Norman Vincent Peale
La noche antes de su crucifixión, Jesús prometió a sus discípulos que su vida de oración iba a cambiar radicalmente, les dijo, que después de su resurrección, les iba a hablar bastante acerca del Padre. En efecto, después de la resurrección, Dios puso el espíritu de adopción en sus corazones de tal manera que los hiso alabar “! Abba Padre!” a partir de ese momento, todo creyente tiene una experiencia en su corazón que los hace decir “ya no soy un esclavo, ahora soy un hijo.” Jesús prometió que en ese día, el día en el que actualmente vivimos, pidiéramos en su nombre, nuestro Padre nos escucha y nos conoce individualmente, y Él nos ama específicamente a cada uno de nosotros. Tenemos la misma posición ante el Padre que tuvo Jesús, cuando estuvo aquí en la tierra.
Entonces ¿Cómo saber que el amor del Padre cambia la manera en que oramos? Esa es una gran pregunta. Jesús nos cuenta algunas cosas sobre esta nueva relación en el sermón de la montaña. Justo antes de orar en el Señor, nos dijo, “y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres, de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Más tú cuando oréis, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora al Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensara en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrearía serán oídos.” No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. (Mateo 6:5-8 NTRV)
Orar al Padre no es un ritual religioso, es una interacción intima entre miembros de la familia. Ante todo se hace en privado, en un ambiente íntimo donde podamos fluir y ser reales, no hacer un espectáculo para nadie. Cuando oro al Señor, puedo hablar como una persona normal. No tengo que repetir una formula memorizada. De hecho, orar de una manera memorizada, es un ritual religioso. Mi Padre ya conoce mi necesidad, todo lo que necesito hacer es pedirle lo que ha prometido. Una oración íntima no es un ritual, es una conversación privada. Puedo discutir la situación con El, y preguntarle cómo me aplican sus promesas, si necesito hacer ajustes en cómo debo creer, en mis actitudes o mis acciones.
Tómese unos minutos para leer las oraciones de Jesús en el huerto de Getsemaní. (Mateo 26:36-46) sabía que se enfrentaba a la crucifixión, y no quería hacerlo. Le pregunto al Padre si había otra manera de hacerlo. ¡De hecho, le pregunto tres veces! Estaba comprometido con el plan de Dios para la humanidad, pero su naturaleza humana flaqueaba. No importa cuán “incrédulo” te sientas, tienes que ser honesto con un Padre que te ama. Es una conversación, no una mantra. Si Jesús le pudo preguntar al Padre si había otra manera de alterar el plan, tú también puedes hacerlo. ¿Tienes preguntas? Hacedlas a tu Padre.
De nuevo en el sermón del monte, Jesús nos da una idea de la actitud del Padre para responder nuestras oraciones. En una enseñanza sobre la oración, Jesús dijo, “!pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dadivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará bunas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:11 NTRV) tu Padre te quiere Bendecir. Él es infinitamente, mejor Padre que tú. “cuanto más” es el deseo de nuestro Padre de expresar la magnitud de bendecir a sus hijos cuando le aclaman. ¿Quieres cuidar muy bien a tus hijos? Cuanto más tu Padre quiere lo mejor para ti. El corazón del Padre quiere llenar los deseos de sus hijos.
Cuando era muy joven, yo quería un carro. El deseo era real, aunque era muy joven para manejar. Sabiendo esto, mi Papa me enseno como cambiarle el aceite a su carro, como cambiar una llanta, el mantenimiento apropiado para un vehículo, etcétera. Después de algunos años, cuando crecí un poco más, tuve mi carro. (Tuve que trabajar y ahorrar el dinero, pero lo tuve) la pregunta nunca fue si era el deseo de mi Padre de bendecirme. Siempre estuve dispuesto a ser responsable. Cuando tus respuestas parecen que se demoran, pregúntale al Padre que es lo que está pasando. Él sabe, y él quiere que tú también lo sepas. Santiago dijo que es perfectamente correcto, que en medio de la dificultad, pidiéramos sabiduría a Dios. Él nunca se queda con nada. (Santiago 1:2-6) su voluntad para responderte nunca está en duda.
Mi foto favorita de como ora un hijo está en Juan capítulo 11, Lázaro, un viejo amigo de Jesús, está muy enfermo, sus dos hermanas, María y Martha fueron a buscar a Jesús y le preguntaron si podía venir a su casa y sanar a su hermano. Jesús les contesto: “la enfermedad de Lázaro no acabara en muerte, al contrario, será para la gloria de Dios, a fin de que el hijo de Dios reciba toda la gloria.” (Juan 11:4 NTRV) las hermanas se fueron de vuelta a casa, pero Jesús se demoró unos días para llegar allí. Cuando El llego, Lázaro ya había muerto, tenía cuatro días en la tumba. Las hermanas estaban enojadas, decepcionadas, y muy tristes, tanto ellas como las que lloraban con ellas culpaban a Jesús por haberse tardado tanto.
Jesús estaba consternado, no por la muerte de Lázaro, sino por la incredulidad de sus amigos. Después de decirles a los dolientes “quiten esa piedra” de la tumba, le dijo a Martha, “¿no te dije que si creyeres, verías la gloria de Dios?” (Verso 40) María y Martha estaban tan sumergidas en su perdida y tan angustiadas, que cuando Jesús les respondió no tenían paz y se les olvido lo que Él les dijo. Fue entonces cuando Jesús nos dio el ejemplo más majestuoso de la oración de un hijo al Padre que se puede encontrar en las escrituras:
“entonces quitaron la piedra de donde habían puesto al muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto dijo; Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes, pero lo dije a causa de la multitud que está a mí alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamo a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: desatadle y dejarle ir.”
(Juan 11:41-44 NTRV)
Jesús ya había hablado con su Padre acerca de la situación, sin duda en “privado”. Estaba muy seguro de que el Padre lo había escuchado, y que ya había recibido su respuesta a pesar de que Lázaro todavía estaba en la tumba. La siguiente frase es una que grita “¡Hijo!” Jesús dijo, sé que siempre me escuchas. El problema no es el que el Padre no escuche o no conteste, El siempre escucha. El problema era que Lázaro seguía en la tumba. Sabiendo que el Padre lo había escuchado, Jesús no oro otra vez, El simplemente abordo el problema: “Lázaro, ven” ¡Gloria a Dios!
Aquí está el punto: Jesús dijo que en el día en que vivimos, tendríamos la misma posición en la oración que la que tuvo Jesús cuando anduvo aquí en la tierra. Debido a esa posición, como hijo y no como esclavo, puedes:
- Tener una conversación íntima y honesta con el Padre acerca de situaciones que estés enfrentando. Se real, confía y espera dirección.
- Libérate de la necesidad de orar por las mismas cosas una y otra vez. No tienes que rogar, ¡Él siempre te escucha!
- Confía en que el Padre quiere contestarte, Él quiere bendecirte.
- Cuando ores individualmente y específicamente, créelo, Él siempre te escucha.
- Habla con valentía de los problemas que están en tu caminar. (lee Marcos 11:22-24)
Siguiente paso: cuando oramos por sanidad, es muy importante que recordemos lo que Jesús dijo. Tómese el tiempo de leer las promesas de sanidad en la Biblia. A mí me gusta esta: “Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades.” (Salmos 103:2-3 NTRV) lleva esta promesa a tu cuarto de oración y habla con tu Padre acerca de, pídele que lo cumpla en tu vida. Tal vez él quiere darte instrucciones específicas, asegúrate de escuchar bien. Él siempre te escucha, así que no olvides de darle las gracias. Ahora, habla de cualquier circunstancia o síntoma que se interponga en el camino para recibir sanidad. Si es dolor, háblele, si es una nausea, háblele. Lo que sea, dígale que salga fuera. Ese es el privilegio de ser su hijo: tenemos la autoridad de ejercer la voluntad del Padre. Practique esta semana. Acostúmbrese a ser tratado como hijo.
Si nunca has oído esta clase de oración, aquí está un ejemplo: si tengo dolor en la rodilla, me pongo a solas con Dios y digo algo como esto: “Padre, tu palabra dice que tu sanaste todas mis enfermedades. Mi cuerpo me dice algo diferente, así que te pido que esta promesa de sanidad sea aplicada a mi rodilla. Sé que me escuchas, sé que siempre me escuchas, así que te doy gracias por sanarme. Si hay algunos ajustes que tengo que hacer, dame la sabiduría para hacerlo, te doy gracias Señor.” (Asegúrate de escuchar su respuesta) entonces, si siento dolor en mi rodilla, le hablo así: “dolor, sal de este cuerpo ahora, articulación de rodilla, se sana en el nombre de Jesús.”
Recuerde, no trate de memorizar la misma fórmula. En cambio, use el tiempo para nutrir la relación con el Señor, tu Fe esta puesta en una persona, tu Padre, y tu Padre es Dios.
Pastor Virgil Stokes
Para obtener información sobre nuestras clases bíblicas en español, haga clic aquí.