Ayuda para sanar 3: ¡Dios te ama!
Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios a sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente apenas morirá uno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Romanos 5:5-8 NTV)
Aun y cuando nuestros sentimientos van y vienen, el amor de Dios nunca cambia.
C. S. Lewis
Recuerdo la primera vez que leí Romanos capítulo 5, verso 8 se me llenaron los ojos de lágrimas. Antes de llegar a la verdadera Fe en Cristo, yo era un adicto a las drogas y el alcohol. Había perdido trabajos y la mayoría de mis amigos. Mi cuerpo sufría mucho como consecuencia de mis adicciones. Entonces descubrí que Dios me había perdonado, limpiado, y me hizo libre de mi obsesión. De alguna manera, cuando leo estos versos, me doy cuenta de que hizo todo esto cuando yo todavía estaba hundido en un agujero negro. De hecho, yo era agresivamente anti-Dios. le maldije, le culpaba de mis fracasos, incluso, negaba su existencia. Sin embargo, Cristo murió por mí, me sorprendió la clase de amor que Dios tiene por mí. Eso me cambio.
El gran aprendizaje aquí, no es cuanto Dios me ama, si no que me amaba aun y cuando yo era tan desagradable. Su amor por mí no es el resultado de cualquier cosa en mí. A diferencia del amor carnal, Él no se siente atraído por la fuerza o la belleza física, la inteligencia y el ingenio no lo mueven, me extendió una oferta de perdón, comprado a un precio terrible, por razones que son solo de Él, no mías. El me ama como yo soy, porque él es amor. Es fascinante, mi comportamiento no afecta su amor por mí.
Unos cuantos meses después, experimente una sanidad física en respuesta a mis oraciones. ¡Estaba muy emocionado! Después, algunos de mis amigos Cristianos, empezaron a decirme que Dios no siempre sana, de hecho, me decían que Dios a veces nos mandaba una enfermedad, incluso nos dejaba morir, para ensenarnos, o de alguna manera darle gloria por nuestro sufrimiento. Nunca lo creí. Para mí me parecía tan obvio que el Dios que se tomó la molestia de llegar a una persona adicta como yo, perdonar mis pecados, verme con fidelidad a través de retiros, salvar mi trabajo, restaurar mi capacidad mental y sanar mi hígado dañado, hacia más sentido a que luego me matara con un cáncer o una enfermedad peor. Si yo puedo ser de Bendición para alguien, ¿Por qué tendría Dios que matarme? Dios no es tonto, malicioso o caprichoso, Él es amor.
Sabes, el amor de Dios, ese amor que define quien es El, es la motivación para salvar a los pecadores. Es ese mismo amor el que lo mueve a proporcionar los medios para darnos sanidad física. El me sana porque me ama. No es porque soy yo. Al tiempo de hoy no lo merezco, y ciertamente no lo merecía antes, tu tampoco. Afortunadamente, ese no es el motivo de tu sanidad. La esperanza que tenemos está basada en el amor que Cristo Jesús nos ofrece aun cuando le maldecías y vivías como satanás. Ese amor nunca cambia. El saber que Dios te ama, tal vez no te sane, pero el saberlo y creerlo es de seguro que te mueve hacia esa dirección. Toma un minuto y medita en esto:
¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como estas? Si Dios está con nosotros ¿Quién podrá ponerse en contra nuestra? Si Dios no se guardó ni a su propio hijo, sino que lo entrego por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás? (Romanos 8:31-32 NTV)
No solamente lo leas, toma el tiempo de responderte estas preguntas, hazlo en voz audible, Dios es para ti. Jesús murió por ti cuando tú eras un pecador. Él se ha hecho cargo de tu más grande necesidad: salvación. Él no está reteniendo nada más. Si Jesús murió por mí, entonces ¿Por qué tendría que retener algo tan simple como mi sanidad? Así no es como opera el amor. La fuente para que nuestra sanidad fluya, es el amor de Dios.
Siguiente paso: es hora de avanzar y dejar que Dios te de una revelación personal de su amor por ti. No solo conocimiento mental de la idea de un sacrificio por amor, pero si, uno de esos momentos internos cuando lo puedes sentir con todo tu ser. Por la siguiente semana, usa la oración de Pablo como referencia para orar por ti mismo diariamente:
Oro para que a través de tus gloriosos recursos ilimitados, me fortalezcas por medio de tu Espíritu. Cristo morara en mi corazón si confió en El. Mis raíces crecerán en el amor de Dios y me mantendrán fuerte. Y tendré el poder de comprender, como todo su pueblo debería, cuan amplio, cuan largo, cuan alto y cuan profundo es tu amor. Poder experimentar el amor de Cristo, aunque sea demasiado grande para entenderlo completamente. Entonces estaré completo, con toda plenitud de vida y poder que proviene de Dios. (Efesios 3:16-19 NTV adaptada).
Pastor Virgil Stokes