Cuando Dios da dirección para su vida o ministerio, escríbalo. Hasta que no lo escriba, no es más que un sueño imposible. Carece de sustancia. Escribir le obliga a expresar las ideas de manera coherente. Si no puedes escribirlo, es que no lo entiendes. No podrás compartirlo eficazmente con los demás.
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Barandillas de guía: Discernir la voz de Dios en un mundo ruidoso
Si somos honestos en nuestro deseo de agradar a Dios, no a nosotros mismos, nuestro primer paso es revisar nuestro propio corazón. Al fin y al cabo, todos somos humanos. La mayor parte de nuestro pensamiento gira en torno a nosotros. Todos tenemos nuestras propias experiencias, necesidades y deseos. Naturalmente, interpretamos las cosas a través de esas lentes. Por eso, tal vez sea necesario revisar nuestro corazón.